domingo, 18 de mayo de 2014

Sto. Domingo Savio en Mori


El descanso aquella noche no fue como de costumbre. Escuchar series de disparos en la lejanía a eso de las tres de la mañana no era lo que más me preocupaba. Lo que hacía que mi mente estuviese inquieta y no descansase como acostumbro era la intensa lluvia que incesantemente había caído durante la primera parte de la noche. Sabía perfectamente que aquella lluvia podía dejar la “carretera” a Mori impracticable y que podíamos quedar atascados en cualquier punto del camino. Si te quedas atrapado solo hay dos formas de salir, empujando, moviendo el vehículo para que coja tracción de nuevo, esto es muy difícil de conseguir una vez parado, o llamar a alguien conocido que tenga otro vehículo lo suficientemente potente para que pueda remolcarte. Quedarte atrapado es la segunda situación menos deseable en un viaje por carretera. La primera es tener una avería.
La hora de partida había sido fijada a las siete y media de la mañana. El plan inicial era llevar a Sister Linda y a los pre-novicios a Mori para que comenzasen con los preparativos, y volverme después a Gumbo para recoger a Fr. David. En el tiempo de ir y venir de Mori Fr. David iba a ultimar una serie de asuntos en su despacho.

Una de las cosas que he aprendido después de un tiempo viviendo aquí es que los hechos nunca se ajustan a ninguna planificación previa. Esto es algo que ya sabía teóricamente y pensaba que estaba preparado para afrontarlo pero he de confesar que me ha costado un poquito hacerme a ello. Sin embargo ahora, una vez aceptado y asimilado, he de decir que me resulta muy divertido. Aquí nunca ocurre nada con respecto a su planificación inicial. Aquí las cosas ocurren tal y como tienen que ocurrir no importa cómo uno crea que tienen que ocurrir. Pues bien, el Land Cruiser parroquial era el asignado previamente para aquel viaje, no obstante en el momento de ir a recogerlo me encontré con que estaba en reparación así que tuve que coger el Pick Up, un viejo y duro Toyota con cabina para tres personas como mucho y cama acondicionada con unos bancos corridos en los laterales cuberta con una estructura metálica. Duro por su resistencia, aunque los años y las condiciones del terrano ya le están pasando factura, y por que es literalmente duro. Vamos que hasta la vibración de pasar sobre un garbanzo se transmite directamente a tu culo aposentado en esos bancos corridos.
A las siete y media salíamos de la casa principal Sister Linda, los cinco pre-novicios y yo a lomos del incombustible pick up. La primera parte de la carretera estaba bien, con sus correspondientes baches, socavones y bañeras que hay que saber leer con anticipación, esquivar si se puede o casi detener el pick up para que no resulte perjudicial para los pasajeros ni para el vehículo.
El primer reto era pasar el puente a Mori. El puente es de los setenta, de constucción militar. Tiene muchos años de mal uso y pocas horas de buen mantenimiento así que lo que es inexplicable es cómo se mantiene en pie todavía. Una vez nos dieron permiso para continuar en el control militar previo emboqué el morro del pick up en la trayectoria en que intuía que no iba a tener mayores problemas para atravesar los 20 metros de excitante “¡¡por favor,que haya elegido la trayectoria buena!!”, y es que cada vez que lo atravieso me recuerda a la escena en que Spencer Tracy cruza con un viejo camión lleno de niños y niñas un destartalado puente en la “Isla del Diablo” en la película del mismo nombre. Elegí la buena, pasamos sin mayores dificultades y enfilamos la carretera de Mori girando a la izquierda una vez salimos del puente. Esa parte del viaje fue tranquila, esa parte de la carretera está en mejores condiciones. Un buen trecho está construido por los chinos y hay que reconocer que está bien ejecutado. Llega un momento en que la carretera de unos diez metros de ancho relativamente bien apisonada se convierte en un sinuoso camino de apenas tres metros de amplitud, en sus mejores tramos, por el que solo cabe un vehículo. Este camino está salpicado de vadinas que en época de lluvia se convierten en trampas “atrapa coches”. Es la única vía a Mori así que había que recorrerla y esa parte era mi mayor preocupación ante la lluvia de la noche anterior.
Nos adentramos, a apenas quinientos metros de la entrada se encontraba la primera dificultad. Tenía dos trayectorias, había que elegir una sobre la marcha. Era puro cholocate y no había pistas o indicativos que me facilitaran la elección de la adecuada para atravesarla así que llegado el momento opté por una, la de la derecha, y cuando estabamos en medio perdimos potencia, una de las ruedas tractoras comenzó a patinar y nos paramos. Me dí cuenta de que había circulado con la tracción a dos ruedas y que antes de entrar en el camino tenía que haber puesto la tracción a las cuatro ruedas, en fin, lo hice en ese momento e intenté salir del atolladero. Nada, el pick up se había hundido en el barro, las ruedas patinaban, el vehículo ni se movía. Estábamos atrapados....

Continuará...

2 comentarios:

  1. HAAAALLELUJAH!!!!!!! Bien!! Me alegro que al fin te hayas animado a escribir. Te ha costado, eh? Espero impaciente el desenlace...
    Iñigo, muy bien las foticos, así nos hacemos más idea de cómo es todo allí.
    Como siempre, mucha fuerza y ánimo a los dos.
    Y besos y atxutxones también!

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  2. Haider ekon oceyo me ha costado ponerme,a ver si soy capaz de seguir con más asiduidad.
    Gracias Kantu! besos y achuchones para tí también.

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