El descanso aquella
noche no fue como de costumbre. Escuchar series de disparos en la
lejanía a eso de las tres de la mañana no era lo que más me
preocupaba. Lo que hacía que mi mente estuviese inquieta y no descansase como acostumbro era la intensa lluvia que
incesantemente había caído durante la primera parte de la noche. Sabía
perfectamente que aquella lluvia podía dejar la “carretera” a
Mori impracticable y que podíamos quedar atascados en cualquier
punto del camino. Si te quedas atrapado solo hay dos formas de salir,
empujando, moviendo el vehículo para que coja tracción de nuevo, esto es muy difícil de conseguir una vez parado, o llamar a alguien
conocido que tenga otro vehículo lo suficientemente potente para que
pueda remolcarte. Quedarte atrapado es la segunda situación menos
deseable en un viaje por carretera. La primera es tener una avería.
La hora de partida
había sido fijada a las siete y media de la mañana. El plan
inicial era llevar a Sister Linda y a los pre-novicios a Mori para
que comenzasen con los preparativos, y volverme después a Gumbo para
recoger a Fr. David. En el tiempo de ir y venir de Mori Fr. David
iba a ultimar una serie de asuntos en su despacho.
Una de las cosas que he
aprendido después de un tiempo viviendo aquí es que los hechos
nunca se ajustan a ninguna planificación previa. Esto es algo que ya
sabía teóricamente y pensaba que estaba preparado para afrontarlo
pero he de confesar que me ha costado un poquito hacerme a ello. Sin
embargo ahora, una vez aceptado y asimilado, he de decir que me
resulta muy divertido. Aquí nunca ocurre nada con respecto a su
planificación inicial. Aquí las cosas ocurren tal y como tienen que
ocurrir no importa cómo uno crea que tienen que ocurrir. Pues bien,
el Land Cruiser parroquial era el asignado previamente para aquel
viaje, no obstante en el momento de ir a recogerlo me encontré con
que estaba en reparación así que tuve que coger el Pick Up, un
viejo y duro Toyota con cabina para tres personas como mucho y cama
acondicionada con unos bancos corridos en los laterales cuberta con
una estructura metálica. Duro por su resistencia, aunque los años y
las condiciones del terrano ya le están pasando factura, y por que
es literalmente duro. Vamos que hasta la vibración de pasar sobre un
garbanzo se transmite directamente a tu culo aposentado en esos
bancos corridos.
A las siete y media
salíamos de la casa principal Sister Linda, los cinco pre-novicios y yo a lomos del
incombustible pick up. La primera parte de la carretera estaba bien,
con sus correspondientes baches, socavones y bañeras que hay que
saber leer con anticipación, esquivar si se puede o casi detener el
pick up para que no resulte perjudicial para los pasajeros ni para el
vehículo.
El primer reto era
pasar el puente a Mori. El puente es de los setenta, de constucción
militar. Tiene muchos años de mal uso y pocas horas de buen
mantenimiento así que lo que es inexplicable es cómo se mantiene en
pie todavía. Una vez nos dieron permiso para continuar en el
control militar previo emboqué el morro del pick up en la
trayectoria en que intuía que no iba a tener mayores problemas para
atravesar los 20 metros de excitante “¡¡por favor,que haya
elegido la trayectoria buena!!”, y es que cada vez que lo atravieso
me recuerda a la escena en que Spencer Tracy cruza con un viejo
camión lleno de niños y niñas un destartalado puente en la “Isla
del Diablo” en la película del mismo nombre. Elegí la buena,
pasamos sin mayores dificultades y enfilamos la carretera de Mori
girando a la izquierda una vez salimos del puente. Esa parte del
viaje fue tranquila, esa parte de la carretera está en mejores
condiciones. Un buen trecho está construido por los chinos y hay que
reconocer que está bien ejecutado. Llega un momento en que la
carretera de unos diez metros de ancho relativamente bien apisonada
se convierte en un sinuoso camino de apenas tres metros de amplitud, en
sus mejores tramos, por el que solo cabe un vehículo. Este camino
está salpicado de vadinas que en época de lluvia se convierten en
trampas “atrapa coches”. Es la única vía a Mori así que había
que recorrerla y esa parte era mi mayor preocupación ante la lluvia
de la noche anterior.
Nos adentramos, a
apenas quinientos metros de la entrada se encontraba la primera dificultad. Tenía dos trayectorias, había que elegir una sobre la
marcha. Era puro cholocate y no había pistas o indicativos que me
facilitaran la elección de la adecuada para atravesarla así que
llegado el momento opté por una, la de la derecha, y cuando
estabamos en medio perdimos potencia, una de las ruedas tractoras
comenzó a patinar y nos paramos. Me dí cuenta de que había circulado con la tracción a dos ruedas y que antes de
entrar en el camino tenía que haber puesto la tracción a las cuatro
ruedas, en fin, lo hice en ese momento e intenté salir del
atolladero. Nada, el pick up se había hundido en el barro, las
ruedas patinaban, el vehículo ni se movía. Estábamos atrapados....
Continuará...
HAAAALLELUJAH!!!!!!! Bien!! Me alegro que al fin te hayas animado a escribir. Te ha costado, eh? Espero impaciente el desenlace...
ResponderEliminarIñigo, muy bien las foticos, así nos hacemos más idea de cómo es todo allí.
Como siempre, mucha fuerza y ánimo a los dos.
Y besos y atxutxones también!
Haider ekon oceyo me ha costado ponerme,a ver si soy capaz de seguir con más asiduidad.
ResponderEliminarGracias Kantu! besos y achuchones para tí también.