sábado, 20 de julio de 2013

Espacio... despacio

Y despacio es como está yendo la asimilación de costumbres, sitios, lenguajes y hábitos dentro de este espacio.
El complejo es grande, muy grande. Uno no se hace a la idea de la cantidad de sitio que supone la redonda medida de un kilómetro cuadrado hasta que se encuentra completamente rodeado por él.
Así, para hacernos una vaga idea, si uno se pusiese justo en el centro geográfico de este kilómetro cuadrado la distancia más corta al límite sería de unas diez piscinas olímpicas. Con tan solo recorrer cinco veces su perímetro más un lado cubriríamos prácicamente la distancia de una media maratón. Vamos, que es muy grande.
Desde que crucé la puerta de entrada no he vuelto a salir del recinto. Decir puerta es meramente una formalidad porque lo que delimita el lugar es un par de verdes arbustos de unos tres metros de alto, separados entre sí como unos seis metros, que trazan una línea imaginaria que hace las veces de barrera, cancela, muro. Pero quizás es mucho más que eso. Quizás la imaginaria barrera no es solo geográfica sino temporal. Dentro del recinto disponemos de energía eléctrica, producida por placas solares, y agua corriente, extraída del pozo existente en en subsuelo por medio de unas bombas eléctricas, con estas dos cosas prácticamente accedemos a todas las comodidades a las que estamos tan habituados. Lavadora, grifos, duchas, microondas, neveras, plancha, internet.. en fin. No muy distinto a un entorno rural cualquiera de nuestra península. Es más, conozco sitios donde ni siquiera existen estas comodidades dentro de nuestra piel de toro.

La barrera sin duda es temporal porque al otro lado de la cancela, del muro, no existen estas comodidades, por lo menos en un entorno cercano. Hay mucha chabola, payota, casa de adobe. Las menos de ladrillo o bloque. Sin organización urbanística, en un aquí te pillo aquí te mato. Los baños cuatro maderas en el exterior, como la cocina, que es el exterior. Bajotecho se ubican las habitaciones, el sitio donde descansar, donde guardar las pocas pertenencias. No existe la energía eléctica si no es embotellada (pilas, baterías) o autogenerada por combustible. Por supuesto el agua corriente es la que llega al suelo desde el cielo durante esas impresionantes tormentas y corre que se las pela entre las pequeñas colinas y cuestas que conforman el terreno. Bueno, si tienen mucha necesidad a lo mejor corren desde la fuente hasta casa con el cubo en la cabeza y eso sería todo lo que corre el agua "potable" disponible. La fuente está ubicada en el recinto y es una bomba manual a la que hay libre acceso.
Sin estas dos cosas... pues eso. No hay lavadoras, ni televisores, ni microondas, ni planchas. Por supuesto ni grifos o neveras (si no están abastecidas por un generador).
Las payotas, chozas, casas de adobe o barro son muy dignas, dentro de lo que puede dar de sí la palabra dignidad dentro de la situación. Están limpias y cuidadas y aunque la pobreza es patente la miseria no está presente.
Pero esto les (nos) situa en algunas décadas atrás, si no en algún siglo. Con lo que aquí el viaje en el tiempo es posible. Tan solo hay que cruzar una línea imaginaria trazada por unos verdes arbustos.

La intención era contar la vivencia de la primera semana en esta entrada, sin embargo ya ha pasado más de una semana, más bien dos, desde que llegué y como quiera que ya he tenido oportunidad de salir voy a contarlo por partes, así que, publico esta entrada, también para no tardar mucho entre publicación y publicación, y sigo con la adaptación en la siguiente.

lunes, 8 de julio de 2013

Primer contacto...

La llegada al aeropuerto de Juba se realizo dentro del horario previsto. El avión, ya tocado por el paso de los años pero en perfecto funcionamiento, tomó tierra de manera suave en el Aeropuerto de Juba. La pista deduzco que corta, escasa diría, debido el frenazo que metió el piloto nada más tocar suelo ya que fue de órdago. No estuvo mal, no.

Bajamos del avión, la temperatura muy agradable, el sol, velado por algunas nubes, no era muy agresivo y el aroma del que estaba impregnado el ambiente era “purito queroseno no más”. La actividad podría considerarse de un cierto nivel. Mientras bajábamos del aparato en una perfecta desordenada fila otro grupo de aspirantes a volar, que salían del único edificio de una planta y de unos 400 metros cuadrados, en total, por la puerta de “Departures” , se mezclaban con nosotros mientras cada uno buscaba su camino.

Aquello sí que iba a ser una aventura, a escasos metros de la puerta de entrada a la sección de “Arrivals”, donde se encuentra todo; aduana, oficina de pago de tasas, recogida de equipajes, registro del mismo, visto bueno del agente de salida y comprobación de que las maletas que te llevas son tuyas, apenas se adivinaba nada de todo esto por los cristales velados de las puertas dobles de 0,80x2,10, de las cuales una permanecía cerrada.

Cogí aire, me dispuse a entrar con la mochila de mano y el ordenador colgados de ambos hombros cuando, apenas a un paso y medio del vano de la puerta y después de que entrara el pasajero que me precedía, asomó un letrero que decía “Don Bosco”. Por encima y detrás la risueña cara de Gianni, cuya mirada solicitaba de la mía una confirmación de que quien tenía delante era a quien venía a buscar. Gianni es un profesor retirado de árabe antiguo en la Universidad de Venecia, que está de voluntario por el período de un año en el Complejo Escolar de Gumbo llevando un proyecto de construcción de escuelas rurales en localidades de los alrededores de la Capital. Pues bien, Gianni, así como quien no quiere la cosa, me dio las instrucciones precisas de lo qué tenía que hacer mientras ganaba la posición para mí en la cola de pago de tasas para el visado, e inmediatamente después se marchaba con los comprobantes de mis maletas para retirarlas de la cinta de descarga. Esto de cinta es un decir, más que nada por aquello de la costumbre. En realidad es una ventana por la que van entrando las maletas, sin más.

En poco más de media hora ya había hecho todos los tramites de entrada, compra del visado, cumplimento de la misma, paso por la aduana, dejar mi huella dactilar y cuando ya recojo mi pasaporte con todas las bendiciones administrativas de entrada me vuelvo y Gianni, que en ese momento se había vuelto desde el montón de maletas, me pregunta.- ¿Cómo son tus maletas?- Yo ya le había dicho que eran dos grandes y rojas, pero el caos allí dentro era indescriptible. La pregunta me llegó metiendo el pasaporte dentro de la funda del ordenador, al oírla levanté la cabeza y a escasos tres metros de nosotros estaban las dos, juntas y de pie. Le dije.- Mira, son esas dos de ahí.- Fue muy curioso, pareciese como si nos estuvieran esperando. El caso es que yo había facturado las maletas hasta destino desde Madrid, es decir que en El Cairo no las recogí, así que no sabía si llegarían a Juba o no. Estaba claro que habían llegado.

Las recogimos, pasamos por el control de equipajes en donde las palabras mágicas “Abbuna Don Bosco” hacen eso, magia. No tuve que abrir ninguna. Los cuatro bultos que llevaba encima fueron bendecidos con un par de “SS” escritas en tiza en cada uno. Atravesamos el último control y llegamos a la puerta que me daba acceso al país. Allí otro control para ver que las maletas coinciden con los resguardos de la compañía aérea y listo. Ya estaba dentro de Sudán del Sur...

sábado, 6 de julio de 2013

Un verdadero contraste...



Anteayer y a lo largo del día de de ayer, todos los informativos de nuestro país divulgaban la noticia de que en Egipto se había dado un golpe de estado “incruento”, habrá que informar bien de este calificativo a las familias de los fallecidos, que por lo visto sí los han habido.

Además, la noticia venía aderezada con imágenes no carentes de cierta violencia que inducían a pensar que el país estaba revuelto en un caos pleno.

Ayer tarde llegué a El Cairo. El comandante de la nave que nos transportaba “se dejó caer” literalmente sobre la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de El Cairo. Poco le faltó para dar un par de trompos, que no fueron posibles debido a las características del vehículo que manejaba. Parecía como si quisiera emular a los protas de una de las películas que nos ofrecieron durante el vuelo, una de esas con muchas y espectaculares persecuciones, de la saga de un tal McLain (nombre del prota), interpretado por un tal Willis.

El caso es que después de desembarcar, pasar por el control de aduanas y salir a la calle, ésta sí era un bullicio, pero ni caos ni violencia ni nada que se le pareciese.

Mientras esperaba al autobús, que me tenía que trasladar al hotel donde he pernoctado, se me acercaron del orden de unos 20 simpáticos y educados cairotas ofreciéndome traslado al hotel a un módico precio. Lo cierto es que tenía el transporte ya pagado en la lanzadera del hotel y no tenía que hacer otra cosa más que esperar.





No fueron ni uno ni dos los que, de manera muy educada y con la sonrisa en la boca, me insinuaron que era un cabezón por no querer tomar un taxi. Me aseguraban que en cinco minutos me dejaban en la puerta del hotel por tan solo 15 dólares. Hay que reconocer que ellos también fueron perseverantes, pero al poco de media hora llegó el autobús que me dejó en cuatro minutos en la puerta del hotel, al que se puede llegar andando en 10, pero la prudencia recomienda utilizar los cauces adecuados cuando uno es desconocedor del terreno.

¡¡Qué decir del hotel!! Un cinco estrellas, como poco, lleno de bullicio, música, orden, empleados yendo y viniendo mientras atendían a diestro y siniestro a los variopintos clientes que nos alojamos esta noche en él. Ni el menor indicio de desorden social en ningún momento, más bien todo lo contrario.

De haber tomado al pie de la letra la información que se nos facilitaba de manera continua por la televisión entonces.... eso, supongo que cualquiera puede acabar la frase. Así que en este caso, mejor que no lo he hecho.

Será un buen contraste, sí. Ayer noche uno de los mayores exponentes de la civilización occidental, hotelazo con bien de servicios para todos los gustos. Sin reparar en nada. Hoy.....

Más tarde os cuento.

lunes, 1 de julio de 2013

¿¿Comienzo.... continuación??

Al poco tiempo de que la idea y la posibilidad de pasar un año en Sudán del Sur fuesen tomando visos de convertirse en realidad también lo fue haciendo la publicación de un blog donde poder colocar vivencias, pensamientos, quizás alguna imagen (a ver de qué medios dispongo), para que, a quien le apetezca y quiera, pueda seguir esta singladura (y mira tú que allí, porque todavía estoy aquí, no hay mar) que comenzó apenas hace cuatro meses.

Esta posibilidad, la de publicar un blog, la he ido comentando con algunas/os de vosotras/os a lo largo de estos meses de preparación y he aquí que parece que se está convirtiendo en realidad también.

¡Eh! No prometo nada. Sí que procuraré, procuraremos si Íñigo quiere unirse, tener el blog lo más vivo posible.
Nada más por hoy.... nada menos.
Sirva como ensayo y comienzo.
Javier.